sábado, 9 de mayo de 2015

Y es que estoy enojado ...

Y es que estoy enojado, por momentos iracundo, desesperado, harto. Y es que el mundo, sus figuras, sus esquemas, sus modos, representan todos un gran absurdo; nadie lo admite, algunos sólo lo intuyen, otros lo reprimen, pero la idea está bien tallada en la inconsciencia colectiva, sumergida, subrepticia, pero existente.

Vivir representa alegrías sí, pero, no hay alegría o conjunto de ellas que compense tristezas, angustia, incertidumbre. El ser humano se pregunta día a día quién es, qué es, para qué es, de dónde viene, hacia dónde... Nadie, absolutamente nadie tiene respuestas; es como un castigo divino: podrás preguntar, pero jamás obtendrás respuesta.

Y si todo lo adverso procediera sólo de esas dudas quizás sería llevadero, el olvido o la remisión al inconsciente más profundo serían solución, pero no, encima de ello la cotidianeidad nos aplasta, sobrevivir cada día, trabajar, estudiar, destacar, sobresalir, ¿para qué? ninguno lo sabe, pero todos tienen empeño en ello. Nada tiene sentido.

Un día se nace sin saber qué se es y esa inconsciencia quizás brinde ciertos niveles de placer, de felicidad; pero oh designio!, se crece y entonces se adquiere conciencia, se perciben conocimientos, se registra la idea de uno mismo, de Dios, de la muerte, de la vida. Todo se acepta, parece tolerable, se diseñan esbozos de vida, como: aprende, crece, vive, gana dinero, sé alguien para los otros y después muere feliz... se destinan horas eternas en ello, se sacrifican anhelos, amores, instantes, todo para seguir el guión social, pero el ser humano lo sabe, en su interior la voz lo grita: todo es vano, el inconsciente lo sabe y en algunos, el consciente también.

Así que, otro día cualquiera se enciende la luz de la percepción (o se apaga sería mejor decir) y se capta la verdad: ¿eh? dice el alma, ¿cómo? replica, ¡no entiendo! sentencia. Y es que no se concibe nada; se comienza entonces con la búsqueda externa, en los otros, en el entorno inmediato o no. La religión brinda para algunos cierto consuelo, el dinero es para otros satisfactor, el amor quizás el más señalado, el arte, la creación, la empresa, el estudio, los descubrimientos, los hijos, la música ... y así desfilan uno a uno los asideros humanos, todos tienen etiqueta de resguardo, pero todos son temporales, frágiles, fragmentados como el existir.

Insisto: nadie tiene respuestas, dicen que algunos las encontraron, pero yo, lo dudo. Por eso, por todas esas razones, estoy enojado, aniquilado...