jueves, 13 de septiembre de 2012

Febrero, de cualquier tiempo


Senta: ha sido un caminar extraño, emprendimos rutas que son inusuales, que atraen miradas, que perturban  normalidades; hemos andado caminos que para algunos son impensables, locos, condenables.

Yo sólo sé lo que siento, lo que mueve mi andar, lo que agita mi intelecto y mi trazo, sólo me es dado percibir lo que tu mano le dice a la mía y ésta a su vez a mi yo, lo que mi corazón grita todos los días e impone sobre razones, y formas, y criterios.

Sólo eso me define y con sólo eso me basto, me compongo, me soy yo mismo al latir, al entonar, al ver, al mirar.

El horizonte, nuestro horizonte, es incierto, como todo en esta existencia que apenas comprendemos; sin embargo, el horizonte no es quizás tiempo futuro, es quizás tiempo mezclado de tiempos, transcurrir que traspasa realidades y que se entremezcla con fronteras difusas, es quizás historias ya vividas o contadas u observadas. En ese horizonte quizás fuimos ya o seremos aquel rostro, aquel pensamiento, aquella historia de aquel instante. En ese horizonte quizás soy tú y soy yo y entonces me desgarro al no ser nosotros, o quizás en el mismo soy solo yo.

Pero, no importa el porvenir si mi enfoque me dice que ya viví eternidades, que cada risa nuestra es ahora repetida en paralelos, en mundos dentro de otros, en luces desprendidas de lunas que cantan, que sollozan también pero que vibran.

Ese hilo ya ha sido tejido, conformado y por ende, no importa si la madeja se recompone, se deshila; permanece, si se fragmenta incluso, permanece.

Soy pleno entonces por lo vivido sin importar prólogos o conclusiones o desenlaces, cada célula mía contiene nuestra historia y nuestro futuro; nuestras líneas, paralelas o no, se conforman en ángulos que desobedecen geometrías e inventan paradojas.

Existe un río, estoy convencido, que cuenta nuestro trazo, que en su devenir lo cuenta, lo canta, lo llora, estoy convencido. Sé que el cauce de ese río atrae sensibilidades, sé que en el margen de ese río hay una niña y una piedra, sé que ambas, vigiladas por la luna, conversan con el río y le inquieren y se deleitan e inquietan con su rumor. 

Esa niña, esa piedra, eres tú …

Para la niña piedra desde aquí, desde mí.
A já jí tak rád mám

No hay comentarios: